El hotel más especial de Mallorca está en el centro de Palma

Diseño, artesanía y confort se dan la mano en Portella, un hotel ‘boutique’ en Palma de Mallorca que es el epítome del lujo silencioso.
Portella hotel boutique Palma de Mallorca
Silvia Retana

Resulta complicado separar las palabras hotel y Mallorca de la imagen de un complejo masivo junto al mar, con decenas de habitaciones, un bufet libre donde poder disfrutar de un desayuno procedente de cualquier lugar del mundo y todo tipo de actividades para cubrir hasta el último segundo de tiempo libre. Pero la isla se ha transformado enormemente en los últimos años, concediendo espacio no solo a ese tipo de turismo popularizado en las décadas anteriores sino, también, a iniciativas que satisfacen las necesidades de quienes buscan una escapada donde se prioricen la calma y la privacidad. En este contexto nace Portella, un hotel boutique que acaba de abrir sus puertas en el casco histórico de Palma. Su interior se presenta como un remanso de paz para sus huéspedes al tiempo que refleja –y respeta– la historia del entorno.

Silvia Retana

En el número nueve de la calle Portella se ubica este edificio que, en 1974, compró Joaquín Torrents Lladó, un retratista de Badalona que instaló en la capital de la isla su residencia y estudio. Al fallecer, sus hijos convirtieron la vivienda en una casa museo que hacía un recorrido por todo el legado del pintor, hasta que a finales de los años 2000 decidieron vender la propiedad. Fue entonces cuando los hermanos Miró-Sans –propietarios del aclamado hospedaje urbano Casa Bonay, en Barcelona– decidieron utilizar la compra del inmueble para orquestar un proyecto que reflejase todos sus deseos, tanto turísticos como estéticos.

Silvia Retana

“Enrique y yo creemos mucho en este tipo de hotel. No solo por cómo se está moviendo el mercado sino porque, quizás, es donde nos sentimos más cómodos a la hora de viajar”, confiesa Inés Miró-Sans, la cara más visible de Casa Bonay y que, ahora, se ha unido a su hermano para dar vida a un alojamiento en Palma que poco tiene que ver con lo que se ofrece en el sector. “Hemos intentado despojarnos de todas esas cosas típicas de un hotel y la dimensión de la construcción nos lo ha puesto muy fácil”, añade. Porque si algo caracteriza a Portella es que su naturaleza lo acerca al máximo a las dinámicas de una casa familiar. Cuenta con solo 14 habitaciones y el desayuno, por ejemplo, se sirve hasta las 13 horas, con el objetivo de alejarse de las restricciones horarias de la mayoría de negocios turísticos. Además, en el corazón de esta construcción se ubica el conjunto de zonas comunes, presididas por un patio interior y un acogedor salón que pretenden convertirse en el epicentro de la vida social dentro del establecimiento. Por último, en lugar de un restaurante abierto al público, aquí se ofrece un servicio de cocina a la carta que se adapta a las peticiones de los clientes. Todo, hasta el último detalle, está pensado para que el huésped se sienta como en casa; sin renunciar, por supuesto, a las comodidades propias de un complejo de cinco estrellas.

Silvia Retana

Pero, ¿qué tipo de consumidor es el que demanda estos servicios? “El mercado de boutiques se enfoca a un público que va de los 40 a los 60 años, generalmente, formado y originario del norte de Europa –desde Alemania a los países escandinavos–”, responde Enrique “Es un sector que sabe valorar los detalles y muestra sensibilidad por la arquitectura y el diseño. Un tipo de viajero que busca la tranquilidad pero, al mismo tiempo, quiere poder escaparse dos o tres días a cenar por Mallorca y experimentar la parte más urbana de la isla”, añade el empresario.

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Así, el proyecto alumbrado por los hermanos Miró-Sans está enfocado a satisfacer las necesidades de ese cliente selecto. Una intención que se percibe, sobre todo, en el interiorismo del complejo, a cargo del estudio francés Festen. “Han conseguido partir de lo que había y elevarlo. La paleta es muy sencilla; han procurado apostar por materiales locales, como la piedra de Santanyí o los suelos de terracota, inspirados en los baños árabes que se sitúan justo detrás del hotel. Y, puntualmente, han recurrido a elementos más ajenos que aportan elegancia, como el mármol”, detalla el promotor, que presta especial atención a la colaboración que han llevado a cabo con Gordiola, toda una institución de artesanía mallorquina especializada en el soplado de vidrio. “Es la tercera empresa más antigua de España y siguen haciéndolo todo a mano en la isla. Cuando los arquitectos conocieron su trabajo se quedaron prendados de su historia, así que tuvimos clara la alianza. Lo único que hicimos fue reinterpretar un poco sus diseños para que fuesen más actuales”, apunta.

Silvia Retana

Diseño, privacidad, innovación, artesanía e historia sientan las bases de este nuevo proyecto en el corazón de Palma de Mallorca. Desde la azotea del edificio se puede disfrutar de una panorámica inigualable de la ciudad, en la que los tejados de las viviendas típicas conviven con la imponente imagen de la catedral y la arquitectura de los baños árabes. Una vista tan diversa como inspiradora que refleja a la perfección la historia de un núcleo urbano lleno de contrastes.