El auge de los perfumes en elixir
“Cuando desarrollamos un perfume hacemos un guion que compartimos todos los miembros del equipo para estar alineados en una misma página. Pensamos en quién es la mujer a la que nos dirigimos, su edad, sus inquietudes… pero para mí el éxito es cuando se lanza al mercado la fragancia y ese guion se quema, se rompe y cada mujer (o cada hombre, porque hay muchos hombres que lo usan) entiende el perfume a su manera y ya pasa a pertenecer a la psicología de cada persona porque comienza a conectar ese aroma con momentos de su vida a través de la memoria olfativa”, responde Carolina A. Herrera cuando se le pregunta por el caso –ya emblemático– de Good Girl. Una pregunta obvia pero inevitable si tenemos en cuenta que esta famosa saga que ha ido añadiendo diversas variaciones desde su lanzamiento en 2016 ostenta a día de hoy el mérito de ser una de las más vendidas del panorama internacional. Y atesora la capacidad de haber generado un fenómeno ya que sus incondicionales coleccionan sus frascos, en TikTok es un clásico del algoritmo y su nombre se cuela con frecuencia en los rankings de los perfumes más populares y virales (porque eso también es la popularidad en 2024).
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Las fragancias y la generación Z
Pero la intención esta vez no es hablar tanto de su éxito, sino de la interesante reflexión que pone sobre la mesa con su nuevo lanzamiento: Good Girl Blush Elixir, una mezcla intensa de rosa, vainilla y pachuli que nace también como respuesta a la demanda actual del público joven que ha invertido los papeles a la hora de iniciarse en el uso de fragancias y quiere empezar directamente a lo grande con perfumes intensos con una estela muy marcada –con una especial predilección por las notas gustativas y dulces– y muy diferente a la de las clásicas aguas de colonia con las que empezábamos a perfumarnos las generaciones anteriores. “Antes solíamos lanzar primero el eau de toilette y luego el perfume, pero estamos viendo que en perfumería femenina el mercado está pidiendo una categoría más elevada e intensa en forma de elixir. Ahora la sociedad se perfuma más”, adelanta Elisabeth Vidal, perfumista del grupo Puig y una de las partes (más) implicadas en la creación de este nuevo miembro de la familia, en esta ocasión en colaboración con la célebre perfumista Louise Turner. Y si ponemos el foco en la generación Z –una parte importante del total de consumidores del mercado en el sector de la perfumería y la cosmética–, todo tiene una explicación emocional que va más allá de gustos y se adentra en la psicología que hay detrás de la elección de un aroma como herramienta para hacer una declaración de intenciones. “Los jóvenes quieren oler más, quieren inmediatez y tienen una personalidad definida que en cierta medida pide este tipo de olores que refuerzan ese carácter. Creo que la demanda de elixires de perfume va de la mano con todo esto y con la cultura olfativa que tienen. Por ejemplo, mi madre siempre usaba la misma fragancia y ellos han crecido viendo que sus progenitores tienen una mayor variedad de perfumes en el cuarto de baño que usan en función del momento y de la situación”, reflexiona Vidal.
La duración de la fragancia importa (y mucho)
La introducción del pachuli –“Los grandes clásicos siempre llevan esta nota”, afirma la perfumista– fue un reto para el equipo, tal y como explica Tourner: “Nunca fuimos capaces de añadir pachuli al Blush original porque no conseguimos encontrar el giro y equilibrio adecuados, no era lo que buscábamos. Pero no desechamos aquella idea y la retomamos cuando compusimos Blush Elixir, creíamos que este ingrediente añadiría un efecto wow. Y el sueño se ha cumplido”, cuenta. Por otra parte, la duración que tienen las fragancias que componen esta (gran) familia es otra de sus señas de identidad, con permiso del frasco en forma de stiletto. Y para Elisabeth Vidal es una de las garantías de éxito en el lanzamiento de cualquier esencia. “El lasting determina la decisión de compra. Si los perfumes no duran se dejan de utilizar. La gente quiere que su fragancia huela a lo largo del día y sentirse bien con ella”, añade. Algo que también interesa a la gente joven, precisamente por esa vinculación entre aroma, emociones y personalidad. “Lo que me encanta de la generación Z es que no es un batallón de cabezas que piensan igual, sino que tienen curiosidad, inquietudes diferentes, les interesa todo tipo de belleza, los aspectos sociales... Es una generación informada, inteligente y con opiniones fuertes”, señala Herrera acerca del consumidor del futuro.
Las tendencias olfativas que vienen
De hecho, con la llegada de este hermano pequeño a una familia de perfumes tan afamada como esta se inicia un interesante debate en torno a las tendencias olfativas que marcarán la industria en los próximos años, pero esta vez poniendo el foco en esa capacidad que tienen los aromas para formar parte de la construcción de la propia imagen y del mensaje que se quiere mostrar al exterior. Algo en lo que los psicólogos también insisten de forma general. “Los jóvenes buscan diferenciarse y crear su propia identidad olfativa. Este cambio puede responder a varios motivos como la autoexpresión o la individualidad. Los aromas intensos les permiten diferenciarse y mostrar su personalidad única. También puede ser un signo de autoconfianza porque tienen una fuerte autoestima y se sienten cómodos en su propia piel. No temen usar perfumes que llamen la atención y les hagan sentir seguros de sí mismos”, reflexiona la psicóloga Pilar Guerra. Porque el futuro es dejar huella y las fragancias son una estupenda alternativa para conseguirlo. A las pruebas nos remitimos.
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