ENTREVISTA

Sabina Urraca: “Se nos cuenta una narrativa de las relaciones abusivas en las que la mujer tiene que huir de un monstruo. Muchas veces, lo que haces es correr hacia él”

Violencia, deseo y una exploración trepidante de la animalidad humana. La novela ‘El celo’, de la autora donostiarra, se presenta como su consagración literaria definitiva
Entrevista a Sabina Urraca por su novela 'El celo'
Retrato de la escritora y editora Sabina Urraca.Choche Hurtado

La charla comienza con una advertencia por parte de la autora. “A ver, esto es una ficción. Es decir, yo viví una experiencia personal de una relación de maltrato, estuve en terapia de grupo, pero ni yo soy la protagonista de esta historia ni mi perra es la perra que aparece en esta historia. Lo que sí que siento que son autobiográficas son ciertas emociones”, aclara Sabina Urraca (San Sebastián, 1984) sobre su cuarta novela, El celo (Alfaguara), a la venta el 9 de mayo. Paralelismos vitales aparte, el volumen presenta a una joven violentada, sobremedicada y sin trabajo en cuyo camino se cruza una perra abandonada. A pesar de que apenas es capaz de cuidar de sí misma, la Humana [tal es su nombre literario] no duda en interpretar la aparición como una señal y se lleva consigo al can a ese bajo destartalado en el que habita de forma precaria. Aunque el vínculo entre ellas no es ortodoxo ni inmediato, pronto el animal se convierte en su razón más poderosa –de hecho, casi la única– para levantarse de la cama. Todo ello, en una narración que explora la visceralidad del deseo, la lealtad entre desconocidas, el poder de lo sobrenatural y la dificultad extrema para poner el trauma en palabras.

“Lo primero que te pregunta la gente cuando denuncias una situación de maltrato es: ‘¿Pero te pegaba?’. De ahí, la complejidad de articular un relato que va mucho más allá de la agresión física. La metáfora de la maldición me parecía la forma más adecuada de abordar esas diferentes formas de miedo que penden sobre ti, que te acompañan a todos sitios, que te impiden hablar, que te hacen tomar determinadas decisiones. Puedes convivir con eso, pero es superdifícil desterrarlo. ¿Cómo una persona puede tener tanto poder sobre otra? Es inenarrable. Cualquiera que esté al margen no va a comprender esa especie de abducción. Pero vamos, yo esto no lo veo solo en las relaciones tóxicas, sino en muchas dinámicas románticas”, introduce Sabina Urraca y continúa con un ejemplo de lo más gráfico: “Observo a amigas que se lían con alguien, este alguien no las trata como ellas quisieran, y, aun así, ellas persiguen a esta persona. Y llega un momento de enajenación en el que venderían a su padre, a su madre y a toda su familia porque les hiciese caso. Eso es parte del caldo de cultivo de lo que puede venir después. Siempre se nos cuenta una narrativa de las relaciones de pareja abusivas en las que la mujer tiene que huir de un monstruo. Pero algo que está muy presente en El celo es el hecho de que somos personas muy complejas. Muchas veces, lo que haces es correr hacia el monstruo. Te intentan quitar de él, y tú vuelves”.

‘El celo’, el nuevo volumen de Sabina Urraca, aterriza en librerías el 9 de mayo.Alfaguara

¿Consideras que falta educación o empatía a la hora de entender, de manera desprejuiciada, cómo se establecen esas dinámicas tóxicas? “De hecho, creo que es algo que ocurre también con muchísimos otros temas que nos aquejan como sociedad. Hay de fondo una tendencia a buscar el blanco y negro. Se nos olvida que los seres humanos somos tan intrincados que a veces no nos entendemos ni a nosotros mismos. Nadie es siempre consecuente con todo lo que piensa, nadie es absolutamente bueno ni absolutamente malo. En el terreno de la ficción actual, cada vez es más difícil que la gente entienda por qué un personaje haría algo incorrecto, por qué se haría mal a sí mismo. Esa respuesta infantilista por parte de la sociedad es la que luego hace que, en una situación de maltrato, nadie te pueda comprender. Tenemos que ser más conscientes de lo poco héroes y heroínas que somos nosotros mismos. Tú puedes ser el malo de la película de otra persona”, argumenta.

La medicación también juega un papel interesante en el desarrollo de la trama. La Humana es adicta a los ansiolíticos, lo que hace que, para obtener la receta de turno, se vea obligada a ir a terapia de grupo. Allí conoce a otras mujeres víctimas de malos tratos con las que entablará una amistad simbiótica, redentora y urgente. “Están todo el rato drogándose para soportar esta situación. Últimamente, se ha hablado mucho del consumo de diazepam en mujeres. No sabemos vivir sin responsabilizarnos de nuestro entorno. Siempre estamos pendientes, cuidando, intentando mejorar nuestro aspecto físico. Tenemos que ser majas, educadas, serviciales. Desde pequeña, he tenido que vencer mi timidez para ser muy social, muy amable con todo el mundo. Estoy segura de que, si yo hubiera sido un niño, esto no hubiera sido así. He aprendido a superar un montón de barreras mías para ser funcional. Entonces, ¿cómo no nos vamos a medicar? ¿Cómo no nos vamos a decir: ‘Hoy, premio’. Y tomarnos medio ansiolítico? Yo también lo hago”, ahonda la escritora, periodista y editora invitada de Caballo de Troya hasta finales de 2024.

A pesar de la crudeza de la trama, el sentido del humor consigue abrirse paso en distintos pasajes. En especial, cuando la Humana recurre a ‘la sabiduría’ colectiva de la red para buscar información que le ayude a gestionar el celo de la perra –que se articula aquí como una metáfora de la propia animalidad del deseo humano–. “Me apasionan los chats de internet en los que la gente escribe mal y vierte todas sus frustraciones, sus furias y sus preocupaciones sin filtros porque nadie sabe quiénes son. Es como una rejilla de confesionario. Escribiría un libro que fuese solamente eso y gente en el parque hablando de sus perros. De hecho, este libro se llamaba inicialmente Club del suave lomito y estaba inspirado en un grupo de WhatsApp de gente que paseaba perros en Madrid. Lo que pasa es que esa perra en celo me pareció un reflejo de esa Humana que también habría cruzado calles y se habría dejado atropellar por ir tras la fragancia intoxicante del amor. Se me atravesó ese tema y dije: ‘No lo voy a desaprovechar’”, comenta la autora de Las niñas prodigio (Fulgencio Pimentel, 2017), Soñó con la chica que robaba un caballo (Lengua de Trapo, 2021) y Cha-cha-chá (Dueto, 2023).

La influencia de la tradición popular oral, “la historia de cómo nos creemos los cuentos que nos cuentan”, supone otro de los pilares del volumen, que perfila la relación de la Humana con su abuela, una mujer aficionada a transmitir relatos de trasfondo macabro. “Por un lado, es maravilloso que existan esos cuentos; por otro, hay un peligro en creer en esa especie de magia. Si yo tuviera que decir cuál es mi religión, diría que las historias que me cuenta la gente. Todo lo que me han transmitido en mi familia. Mis abuelas me llegaron a contar detalles de su vida romántica y sexual. Para mí, este es mi capital vital”, sentencia. Quienes lean El celo concluirán que ese capital del que habla es una extraordinaria fuente de riqueza narrativa.

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