La boda en la Costa Brava de Paula y Hugo: dos vestidos de novia muy festivos y una celebración con vistas al mar
Un look nupcial con escote halter y capa vaporosa y un diseño mini, para la fiesta, fueron los estilismos escogidos por esta recién casada
Una boda en la Costa Brava con las vistas y la luz del Mediterráneo
Cuando menos te lo esperas, el amor toca la puerta. Es lo que demuestran y relatan muchas de las novias Vogue y lo que sucedió en la historia de Paula y Hugo, que desembocó en una preciosa boda en la Costa Brava en pleno verano. “Por aquel entonces, yo vivía en Madrid porque estaba estudiando un máster. Un fin de semana fui a Barcelona para ver a mi familia y aproveché para acudir a la fiesta de un amigo. Allí conocí a Hugo. A partir de ese momento cada vez que Hugo iba a Madrid por trabajo no se olvidaba de mandarme la ubicación al móvil. Finalmente y con los estudios terminados, regresé a Barcelona y pudimos consolidar la relación”, recuerda nuestra protagonista. Y tiempo después llegó su ‘sí, quiero’, con una ceremonia en la Ermita de Santa Cristina y con una celebración en Jardines de Santa Clotilde, en Lloret de Mar.
El suyo fue un enlace repleto de detalles, con unas preciosas vistas de la costa y con la luz cálida propia del verano, que tuvo lugar tras una petición de matrimonio también vinculada al Mediterráneo. “Fue en Ibiza, con una puesta de sol maravillosa en pleno mes de octubre, después de comer en nuestro restaurante favorito de la isla, Es Torrent. Fue increíble poder disfrutar de un momento como aquel; la isla en esa época del año es mágica”. Además, a pocos meses de su enlace, festejaron ya en Barcelona, con sus familias, la fiesta de pedida de mano y confiaron en el que sería más adelante el catering del gran día: Le Chef.
Una decoración austera con flores de colores, para dar presencia a la naturaleza
Los novios cuidaron la selección del menú de su enlace, al igual que la elección de la temática de la boda, que estaba inspirada por sus vivencias en la casa de verano de Hugo. Por ello, se decantaron por tonalidades neutras, mucha presencia de blanco y grandes dosis de sencillez, para dar todo el protagonismo a la naturaleza del espacio y al entorno que lo rodeaba. Contaron con el apoyo de la wedding planner y experta en protocolo y gastronomía Gemma González Events, unas de las profesionales más reconocidas de Cataluña. Ella les orientó y asesoró en las diferentes decisiones con respecto a ciertos proveedores, repartir correctamente los tiempos de la jornada y algunas propuestas decorativas y se encargó de organizar los meses previos y de coordinar el enlace. “Estuvieron siempre pendientes de que todo estuviera en su sitio y la puesta en escena fue maravillosa”, apunta Paula.
El mobiliario y los diferentes elementos escogidos para la decoración de mesas y rincones como el seating plan eran de Options. “Apostamos por hacer un mix de distintas vajillas antiguas sobre las mesas, como si las hubiésemos sacado de la propia Casa de Santa Clotilde”, señala novia. Al escoger manteles minimalistas, pusieron la nota de color con las flores, que repartieron en botes de diferentes tamaños, tonos y estilos, a distintas alturas; un trabajo de Flors Bertrán.
Dos vestidos de novia a medida y de tendencia
Siguiendo la línea de lo natural, lo festivo y lo romántico que fue la inspiración del enlace, Paula apostó por dos looks nupciales a medida muy en tendencia y un rostro fresco y saludable: “Quería un maquillaje muy natural. Con dos vestidos de novia que me definan a la perfección, no podía ser de otra forma”. El primer diseño, con escote halter, silueta recta, espalda descubierta, con bordado en pedrería (que retiró en el momento del banquete), fue un trabajo de Ze García, que combinó con una capa vaporosa de Escuer. La segunda opción, pensada para la fiesta, era una creación de Valentina Garí: un minivestido con tirante ancho y escote cuadrado, que seguro podrá reutilizar en otras muchas ocasiones.
Como complementos, llevó joyas familiares muy simbólicas, prestadas y regaladas por sus seres queridos y un ramo sencillo, de paniculata blanca, en sintonía con el look de la ceremonia, realizado también por Flors Bertrán. Como primeros zapatos llevó unas sandalias blancas de Lola Cruz, que le regaló su mejor amiga. Los segundos fueron unas cómodas Mary Janes sin tacón, de Carel. La guinda del pastel la pusieron las horquillas que eligió para dar forma al semirrecogido con melena natural que quiso como peinado: “eran unos clips hechos de bolitas blancas de pulsera, las típicas que hacíamos nosotras cuando éramos pequeñas”. Y es que es por detalles como estos por los que una novia (y una boda) rezuman personalidad.
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